Hacia mediados del siglo XVIII, la llegada de emigrantes del Viejo Continente a las "Trece Colonias de Nueva Inglaterra" en América, fue aumentando intensamente. Irlandeses, alemanes y escandinavos pobres engrosaron el aluvión de recién llegados a aquel Nuevo Mundo, una tierra de oportunidades, un escenario idóneo para empezar una nueva vida. Aquellas gentes emprendían el difícil y peligroso viaje a América por muchos motivos: busqueda de aventuras, riquezas o libertad en muchos sentidos (incluso religiosa como la historia del nacimiento de alguno de los estados nos muestra), aunque la gran mayoría buscaba sobre todo escapar de la pobreza. Muy pocos de ellos habrían podido aspirar en la vieja Europa a ser propietarios de tierras. Pero allí la tierra parecía estar disponible en abundancia para todo aquel que quisiera tomarla y aceptara los riesgos que ello suponía.
Esa multitud de personas fue superpoblando aquellas prósperas colonias y pronto se sintió atraída por un virgen y prometedor Oeste a explorar, dirigiendo su mirada hacia él y lo que entonces se conoció como "La Frontera", y es que después de talar los árboles y retirar los matorrales, los colonizadores se encontraban a veces con suelos casi estériles. Muchas zonas de la Nueva Inglaterra interior y algunas regiones de Nueva York, New Jersey y Penssylvania contaban con suelos poco productivos, inviernos duros y cortas temporadas de cultivos. En esas condiciones, la agricultura resultó difícil y desalentadora para los pioneros. Tras años de esfuerzo, algunos malvendieron sus granjas o las abandonaron y emigraron hacia el Oeste en busca de tierras más fértiles.
Pero esta expansión encontró su primer obstáculo orográfico importante hacia 1760: la cordillera de los Apalaches, que se extiende del noreste al suroeste, casi en paralelo al litoral atlántico. En sus estribaciones, los colonos descubrieron además que la mayoría de los ríos que les hubieran permitido penetrar en el territorio eran impracticables debido a sus rápidos y sus saltos, viéndose momentáneamente frenados. Esto propiciaría que aparecieran los importantes y decisivos "hombres de leyenda", esos pocos e intrépidos hombres que se aventuraron en abrir nuevas rutas, como es el caso del primero y más importante pionero y explorador que surgió en esos momentos, Daniel Boone, que al frente de una partida de taladores en 1775 abrió una nueva senda, la Wilderness Road, a través de la boscosa brecha del desfiladero Cumberland, un pasaje natural de los Apalaches. Ese camino, que a partir de 1795 pudo ser transitado por carretas, permitió que los colonos, con sus mulas, caballos y reses, se fueran filtrando para poblar las fértiles tierras de lo que luego sería los estados de Kentucky y Tennessee.
Pero, ¿quién fue Daniel Boone (1734-1820)? Pues eso es lo que seguidamente veremos, la vida y hazañas del primer gran pionero de la historia de la conquista del Oeste.
Autor: Ramiro Mieres “Cuchillo de Lobo"
Autor: Ramiro Mieres “Cuchillo de Lobo"
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